Clase 3 Historia del Arte
Impresionismo
El Impresionismo surge como
resultado de importantes cambios sociales ocurridos durante finales del siglo
XVIII y la primera mitad del siglo XIX. Estos cambios incluyen la Revolución
Industrial, la Revolución Francesa, el imperio de Napoleón, la restauración de
los movimientos sociales y las reformas burguesas. En este contexto, la
filosofía racionalista del Siglo de las Luces y el Romanticismo, que
priorizaban el sentimiento, la imaginación y las pasiones en las artes,
comenzaron a desvanecerse.
En la segunda mitad del siglo
XIX, coincidiendo con el surgimiento del Impresionismo, Europa experimentó un
crecimiento económico notable. El aumento del comercio y los avances técnicos
contribuyeron a la consolidación de la burguesía y a la reorganización de las clases
sociales. Los líderes socialistas de toda Europa se reunieron para discutir
estos cambios, en un contexto filosófico caracterizado por el positivismo y el
realismo, donde se valoraba la experimentación y se buscaba transformar el
mundo de manera tangible.
Este contexto de cambios sociales, económicos y filosóficos influyó en la evolución del arte, que comenzó a reflejar las nuevas realidades y pensamientos colectivos de la época.
El Impresionismo se considera la
primera ruptura hacia el arte moderno, ya que marcó un cambio significativo en
la forma en que se representaban los temas en la pintura. Antes de esta
corriente, en los cuadros de principios del siglo XIX, no se daba mucha
importancia a los paisajes ni a los bodegones. Sin embargo, el Impresionismo no
solo introdujo nuevas técnicas y estilos, sino que también abrió los ojos del
espectador a la variedad de formas y la captura de paisajes cotidianos desde
perspectivas ingeniosas.
En esta corriente, los colores
son puros y poco mezclados, lo que contribuye a crear un naturalismo extremo en
las obras. Las principales características que definen al Impresionismo son el
movimiento en la representación de paisajes, la naturalidad de las formas y la
pureza de los colores. Estos elementos combinados dan lugar a una estética
fresca y dinámica que marcó un hito en la historia del arte.
El padre de la escultura moderna
Auguste Rodin, el escultor más
famoso de Francia y contemporáneo del Impresionismo, es reconocido como
"el padre de la escultura moderna". Rompió con la búsqueda del
mimesis y desarrolló un nuevo concepto escultórico, especialmente en relación
con los monumentos y la escultura pública. Aunque fue criticado en su época por
la aparente "inacabado" de muchas de sus obras, su enfoque espontáneo
y expresivo sentó las bases para el futuro de la escultura.
La obra de Rodin abarca una
amplia gama de posibilidades plásticas, desde lo espontáneo hasta lo
patéticamente heroico. Él consideraba que el caos podía ser una herramienta
efectiva para expresar sus intenciones artísticas. Además, estuvo vinculado al
Impresionismo tanto por sus amistades con artistas impresionistas como por su
uso de la luz en sus obras.
Rodin creía que un artista no
debía ser un esclavo del modelo, lo que se refleja en su enfoque en su
estudio-taller, donde observaba a modelos desnudos en movimiento y los plasmaba
en su totalidad, capturando así la libertad de movimientos y la vitalidad en
sus obras. Su escultura se caracteriza por ser poco rígida, llena de vida y
matices.
Además, Rodin trabajaba
principalmente en yeso para criticar el elitismo en el mundo del arte, donde la
única escultura oficial era en mármol, un material mucho más costoso, pero de
igual color blanco que el yeso. Su obra se destacó por su rebeldía, juventud,
novedad e irreverencia hacia las normas establecidas en el ámbito escultórico
de su tiempo.
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